LA MANO de Jehová
vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un
valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en
derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto
secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije:
Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces:
Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así
ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en
vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre
vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y
viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.
Profeticé, pues,
como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un
temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí
tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos;
pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza,
hijo de hombre, y dí al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven
de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.
Y profeticé como
me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus
pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos
huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron,
y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.
Por tanto,
profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros
sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la
tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros,
y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en
vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo
Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. (Ezequiel 37:1-14)
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