Habiendo entrado
Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado
Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús;
pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo
delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo:
Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
Entonces él
descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo
que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en
pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y
si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo:
Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de
Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido. (Lucas 19:1-10)
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